viernes, 8 de marzo de 2013

Capítulo 3º


      No entendía nada. Todo era tan....confuso. No entendía porque ahora sus sentidos se habían agudizado, ni porque lo último que recordaba era a un hombre y ahora estaba acompañada por otro distinto y lo que era peor, no sabía de donde había salido esa dichosa marca de su muñeca.

-¿Que me has hecho?- volvió a preguntar asustada. Se levantó del suelo y se alejó de aquel hombre lo más que pudo.

- No te asustes muchacha, yo no te hecho nada. Simplemente te encontré ahí tendida y quise ayudarte.
-¿Que es esto?- preguntó exaltada, mientras se sujetaba la muñeca con la otra mano.
-Es la marca de Belona.
-¿Belona? ¿Quien es?
-Una diosa romana con muy mala...leche. - contestó Christopher, mientras se acercaba a la asustada Anette. - Ahora ya no eres humana, ahora le sirves a ella. - Estaba perpleja y su cara lo demostraba. - Verás, hace años Belona creó a un ser capaz de luchar contra los vampiros....
-Aguarda. ¿Vampiros?- le interrumpió.- Los vampiros no existen. Son leyenda.

-¡Ojala lo fueran! Son tan reales como tú y yo.
-¡Patrañas! Solo intentas asustarme. Mira, no se como has hecho esto.- dijo levantando la muñeca y mostrando la marca- pero aléjate de mi. - Se cogió la falda por ambos extremos para que no le molestase y huyó.
-¡Muchacha, aguarda!- gritó, mientras vio como se alejaba corriendo.- ¡Estaré aquí cada medianoche por si me necesitas!

     Corrió a casa a la velocidad que sus frágiles piernas le permitían, mientras sus vías respiratorias se cerraban y su corazón latía cada vez más forzado. A unos metros de ésta se encontró con su padre, William. Un hombre alto y fuerte que siempre llevaba su camisa remangada por encima de los codos y una barba espesa, donde aparecían ya varias canas.


-Anette, gracias a Dios que has llegado. ¿Donde estabas?

-Padre...- dijo con un fino hilo de voz, mientras se agarraba a él por los brazos y se desvanecía hasta quedar tendida en el suelo, inconsciente.
-¡Hija!¡Anette! Despierta.- gritaba, mientras su hija mayor yacía entre sus brazos. Como tantas veces había pasado, ya que Anette estaba enferma. Padecía una infección respiratoria, algo muy común en la Europa del siglo XVIII. Los niveles de higiene y el régimen alimenticio eran bastante pobres. La costumbre de lavarse con agua limpia era poco frecuente y la proximidad de animales no contribuía de forma positiva en absoluto. Durante su infancia la dureza de las condiciones atmosféricas se agravaba por la falta de leña. A sus 17 años nadie le auguraba una larga vida. Por lo que Anette tenía totalmente prohibido el ejercicio físico, sobretodo correr. - ¡Anna! ¡Anna!- llamó a su mujer.- ¡Corre! ¡La medicina de Anette!

         La medicina a la cual se refería no era más que unas hierbas que una curandera les vendía todas las semanas. Acercándole la planta a las fosas nasales conseguía que su cuerpo volviera a funcionar con normalidad. Al menos durante un tiempo. La enfermedad de su hija era degenerativa, nunca se curaría. Y en cualquier momento podría morir, después de un ataque. A veces eran leves, pero otras..... Apenas dormían  siempre pendientes de ella. Pendientes de si su corazón dejaba de latir. No querían que eso sucediera mientras dormían. Anette era un ser frágil, aunque intentaba hacer una vida normal, ésta estaba bastante limitada y eso hacía mella en su estado de ánimo.

     En cuanto recuperó el conocimiento, su padre la cogió en brazos y de la misma manera que a una princesa, la llevó a su cuarto, bajo la atenta mirada de sus hermanos pequeños y la metió en la cama. La arropó y le dio un beso en la frente antes de abandonar la estancia. Su hermana Brigitte, que compartía habitación con ella, la vigilaba con aquella tranquilidad e inocencia infantil de que nada le pasaría nunca a su hermana.

     Al despertarse a la mañana siguiente se sentía distinta, como con más vitalidad y energía. Parecía haber dormido durante días. Cuando bajó a desayunar sus hermanos ya estaban sentados a la mesa, mientras su madre apagaba el fuego bajo la olla que contenía las gachas que comerían. Se sentó al lado de Elisabeth, la más pequeña de 5 años. Le regaló una dulce sonrisa y Anette se la devolvió, mientras la abrazaba y le daba un beso en la cabeza. Los otros dos, Peter y Brigitte, la miraban extrañados como si vieran algo raro en ella, algo diferente.


-Toma hija, come. - le dijo su madre, mientras le servía su plato. - Debes estar hambrienta.

-Gracias, madre.- Aquella mañana fué la primera en toda su vida en la que realmente no tenía hambre. Estuvo sin apetito durante días, sin embargo se sentía bien. Como nunca.

     Normalmente ayudaba a su madre a cortar leña. Aquella vez al coger el hacha ésta no le calló al suelo. Podía levantarla con una mano como si se tratara de una pluma. La miró perpleja sin saber a que se debía aquello. La volvió a posar en el suelo y la cogió de nuevo. Otra vez la misma sensación.


-¿Le pasa algo al hacha, hija?- preguntó su madre.

-No, no, madre. Nada. - contestó.

     Durante días no dejó de darle vuelta a todo. A lo que aquel hombre había dicho. ¿Y si ya no era humana? Se miró la marca de su muñeca y pasó los dedos por sus finos trazos. Aquello estaba grabado en su piel para siempre. ¿Que le estaba pasando? Se preguntaba una y otra vez. Algo estaba cambiando en ella y quería saber el qué. Cuando sus padres y sus hermanos estuvieron dormidos, cogió su capa y salió al bosque en busca de Christopher. Recordaba que estaría allí a media noche para ella.

-Has venido.- dijo el hombre, mientras bajaba de la rama de un árbol de un salto. - Confiaba en que lo harías.

-Me llamo Anette. - dijo, estrechándole la mano.
-Es un placer conocerte.- contestó él.
-Quiero saber que me pasa. Quiero saberlo todo.

CONTINUARÁ.....



3 comentarios:

Kyric Kaimi dijo...

Muy bueno, me gusta el detalle de que te hayas informado de la situación de la época y de las plagas y el nivel de higiene que eran comunes por aquellos tiempos. Cada uno me gusta más que el anterior así que ya sabes, a seguir así, veremos a ver como va transcurriendo la historia, estoy intrigado y seguro que como yo, hay más :P

*Kuroneko* dijo...

Me encanta muchísimo... En cierta forma, entonces, a Anette le salvaron la vida... lo cual es bueno, supongo,aunque haya venido acompañada de esa especie de maldición que es ser inmortal. Espero conocer un poco más a su familia, suena linda :). Y ya quiero ver qué explicación nos da Chris sobre todo esto...

Angy dijo...

super interesante!! me gustó!! disculpa que tarde en leer tu novela, no es porque no me guste, sii no porque tengo acumulación de blogs y voy muy despacio..

a ver cual es la explicación!!

un besoo