Anette
era una de las más viejas de su especie, los Bellums, con más de
doscientos años sobre la faz de la tierra. Muchos años, demasiados.
Muchas vivencias, muchas guerras y batallas contra sus enemigos, los
vampiros. También muchas vidas salvadas.
Pero
había alguien más. Alguien más viejo que ella. Christopher, su
primer contacto con el mundo que le esperaba tras su transformación,
su mentor, su amigo, su padre....
Sin embargo él ya no estaba, ya no existía para nadie. Lo había visto
desvanecerse por completo delante de sus ojos durante la última
guerra que habían librado ambas razas.
Se
los habían encontrado por casualidad, aquella noche no buscaban
vengar a los humanos, sino que preferían pasar la noche juntos, ya
que pronto Christopher se mudaría de ciudad.
Eran
demasiados. Justo tras clavarle la daga que solía llevar dentro de
una de sus botas de piel a uno de los vampiros, se giró para vigilar
a su compañero y fue cuando lo vió. Vió como, tras un fuerte
corte, su cabeza era separada de su torso mientras la miraba
directamente a los ojos y todo él se convertía en polvo, que era
arrastrado por el viento que corría esa noche.
Se
quedó helada, completamente paralizada. Pensó que aquel sería
también su final, sin embargo como de la nada aparecieron más
Bellums, los cuales pudieron hacer frente a los chupa sangre al fin.
Pensaba
en todo esto, mientras se preparaba en su habitación para ir a
trabajar. Como casi todas las especies sobrenaturales que convivían
con los humanos, fingía tener una vida totalmente normal con su
trabajo, sus amigos, su casa....lo más parecido a una vida mortal.
-¿Donde
vas?- Preguntó su compañera, Coco, mientras la miraba de arriba
abajo. - ¿No prefieres descansar?
-No
estoy enferma, Coco. - Contestó sin mirarla, mientras se colocaba
los cuellos de su chaqueta negra de cuero. -Necesito estar ocupada.
-Mírame.-
le digo su amiga, mientras se acercaba y se colocaba a su altura. La cogió por la barbilla e hizo que sus ojos se cruzaran con los de
Anette. - Chistopher era una persona muy importante para ti, todos
lo sabemos, y por eso creo que deberías darte unos días más.
Llama al bar y diles que sigues enferma.
-No.
- contestó con rotundidad. - Soy un guerrero, no una simple mortal
que se deja aplacar por la mierda que pasa en el mundo. - dijo,
mientras se acercaba a la puerta para irse.
Coco
se quedó pensativa de brazos cruzamos, mientras observaba por la
ventana como Anette salía de la casa y se introducía en su coche
para ir al bar donde trabajaba como camarera. Ella había sido a la
tercera Bellum que había encontrado tras su transformación y para
ella era como una hermana, por eso le preocupaba como pudiera
asimilar la pérdida de Christopher. Al contrario que los vampiros,
los Bellum aún conservaban gran parte de su esencia humana.
Cuando
llegó al bar, su jefe, Stanson, la saludo con una palpada en el
trasero, aunque más bien fue un amago de palmada, ya que Anette le
sujetó la muñeca segundos antes de que la tocara.
-Ni
se te ocurra.- dijo, mientras se la retorcía con fuerza y lo
miraba con los ojos entrecerrados.
-Vale,
vale. Tranquila, mujer. - dijo levantando ambos brazos en señal de
rendición cuando lo hubo soltado. - ¿Que te pasa?
-Eso
no es de tu incumbencia, Stanson. - dijo, mientras colgaba su
chaqueta de cuero. Cogió una de las bandejas que había sobre el
mostrador y salió a recoger algunas mesas.
¿La
razón de porqué trabajaba en un bar nocturno? Muy sencilla. Por
todos era conocido que a los vampiros les encantaba trasnochar por
los bares buscando a su próxima victima. Eran lugares donde la gente
estaba más dispuesta a hablar con desconocidos, un ambiente más
distendido, y como camarera podía llegar a conocer fácilmente a sus
clientes....y a sus victimas.
Conocía
sus puntos fuertes de mujer, y los sabía usar bien contra sus
enemigos haciéndose pasar por una inocente humana. La mayor ventaja
que tenían sobre los vampiros era que estos, a simple vista no
podían diferenciarlos de un humano más. Eso sí, siempre que
cuidaran de que no se les viera el tatuaje en forma de espada que les
aparecía en la muñeca tras su transformación.
Aquella
noche por casualidad no entró ninguno en su local, así que fue una
noche tranquila. Sin incidentes, aunque hubiera deseado encontrarse
con alguno, simplemente para desahogarse, pero seguramente estarían
escondidos en el bosque. Estaba apunto de amanecer. Caminó en
dirección contraria al aparcamiento del bar con las manos en los
bolsillos de la cazadora, mientras el viento ondeaba su melena rojiza
y sus ojos verdes se perdían en el infinito, sin mirar a ningún
punto concreto siguió caminando cada vez más rápido, hasta que cogió impulso y de un gran salto se subió al tejado de una de
las casas próximas a la zona. Se sentó y contempló el amanecer del
sol entre las colinas de Silvertown.
-No
me voy a rendir. - dijo, percatándose de la presencia de Coco tras ella. - Pienso vengar su muerte.
-Claro
que lo harás – contestó agachándose y posando su mano sobre el
hombro de Anette. - Y yo estaré contigo.
-Los
mataré a todos. No quedará un solo vampiro más. Lo prometo. A
todos. - dijo con un semblante serio, mientras una lágrima
resbalaba sobre su mejilla y caía en una de las tejas.
Continuará.....
PD: si os gusta y queréis que continúe, por favor comentad abajo. Gracias. =)
3 comentarios:
Me gusta como empieza esto jaja me voy aprendiendo los nombres poco a poco para ir formándome sus imágenes mentales xD Estoy intrigado por saber lo que pasa a continuación por lo que ya sabes lo que te queda! :P
que curioso que solo le aparezca el tatuaje cuando se transforma..
me gustó mucho el capitulo!! a ver que pasa con su venganza...
por cierto, mira te dejo este enlace http://elclubdelasescritoras.blogspot.com.es/
puedes unirte y sería una forma de publicitar tu blog.. no te digo que de repente vayas a tener mil seguidores en un día.. pero poco a poco.. :)
pues eso.. un besooo
Me encanta Anette :) aunque me imagino el por qué quiere venganza... espero que eso no la lleve a nada malo, igual.
No puedo decir mucho porque apenas empiezo a leer, pero me está gustando mucho tu historia.
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